Al pueblo llamado Metodista:
Quiero iniciar estas palabras con la promesa de nuestro Divino Maestro Jesús, que nos dijo:
“Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” Mateo 28: 20b.
No podemos desconocer que estamos viviendo tiempos históricos, difíciles y complejos, como nación y como mundo. Para donde quiera que miremos, y nos demos vuelta, vemos pesimismo, muerte, enfermedad, contaminación, desesperación, incertidumbre, mentira, avaricia, etc. Es como si estuviéramos en Egipto, sin salida, y con faraones poderosos, enceguecidos que siguen en su mezquindad y tozudez. Nosotros y nosotras, a lo mejor pensando en quedarnos sentados y derrotados, asumiendo lo que venga, creyendo que esta es la única salida que vemos, pero no es así, las enseñanzas y promesas de Jesucristo resuenan poderosamente como trompetas hoy, para decirnos que: ¡Él vive y Reina entre nosotros y nosotras!, que Él es el Dios de la vida, y que Él no quiere la muerte para nosotros, su promesa es darnos vida, y vida en abundancia. Una vida en esperanza y certeza aún en medio de los valles de sombra y de muerte que estamos atravesando.
En medio de esta situación de miedo, pesimista y aterradora, Cristo quiere iluminar nuestra mentes y corazones, para remecernos hoy como parte de la Iglesia, a levantarnos con la fuerza y la energía de su Palabra, para alumbrar la oscuridad de este mundo, y ayudar en la transformación hacia uno mejor, donde la misericordia, la justicia y el amor, sean pilares fundamentales en nuestras interrelaciones humanas.
Hermanos y hermanas, hoy más que nunca debemos creer que es posible un mundo mejor y distinto hasta el que hoy día vivimos. Si nos unimos todos y todas, esto podrá ser posible, lo cual nos demanda como Cristianos Metodistas una gran tarea. Es en este escenario, en que se han cerrado momentáneamente nuestros templos – edificios, donde debe manifestarse que la Iglesia de Jesucristo vive en lo profundo de nuestros corazones, por lo tanto, debemos afirmar, confesar y proclamar que, la verdadera IGLESIA está viva para sazonar e iluminar la oscuridad del tiempo presente.
Levantémonos con la fuerza de la Palabra de Reino de Dios y su Justicia, y hagámosle frente a estos signos de muerte presente, con la profunda fe que Cristo ha sellado en nuestros corazones, y digamos como el apóstol Pablo: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. (Romanos 8:38-39)
Hermanos y hermanas, pastores y pastoras, invito a todos los metodistas, a otros y otras, que se quieran sumar, para que estos domingos: “Días triunfantes de Resurrección”, nos unamos en una gran CADENA DE AYUNO Y ORACIÓN, y lo culminemos a las 12 del día, en nuestros hogares, con una gran y poderosa plegaria, inclinados de rodillas, rogando y pidiendo misericordia a nuestro Buen Dios, por nuestra nación y por toda la Creación.
Comparto con ustedes las palabras del Salmista, confiando que esta promesa cubrirá a su pueblo en todo el orbe: “Diré yo a Jehová: Esperanza mía y castillo mío, mi Dios, en quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad”. (Salmo 91:2-4)
Un abrazo en la distancia, y que Dios sea llenando a su pueblo del poder de su Espíritu Santo. Amén.
Con amor y afecto entrañable.
Obispo Jorge Merino Riffo.