La Iglesia Metodista de Chile tiene sus orígenes en el gran movimiento religioso conocido como “EL METODISMO”, que se desarrolla en Inglaterra y en sus colonias de Norteamérica en el siglo 18, elevando la vida espiritual y moral de esos países, y en particular, en el esfuerzo misionero de los Metodistas de los Estados Unidos.
Los fundadores de este movimiento, los hermanos Juan y Carlos Wesley, ambos clérigos anglicanos, tuvieron en Londres en mayo de 1738 profundas experiencias de salvación de sus pecados por los exclusivos méritos del Cristo crucificado. Por estas experiencias fueron transformados de sinceros y fervorosos buscadores de la santidad cristiana, pero de tendencias legalistas y vida angustiada, en hombres de fe gozosa y serena, con gran capacidad de guiar a otros a la misma experiencia de salvación. Por su propio testimonio personal y predicación a campo abierto, y la actividad evangelizadora y pastoral de sus seguidores, el movimiento Metodista liderado por los hermanos Wesley creció rápidamente, llegando a numerar más de 100.000 personas en Gran Bretaña y en Norteamérica antes de 1800. Carlos, gran escritor de himnos, ayudó a los convertidos a cantar su fe. Juan, genio administrativo y líder carismático, los organizo en sociedades que crecieron, por el rechazo de su jerarquía, al margen de la Iglesia Anglicana pero no contra ella. Se esperaba de los metodistas que tuvieran como profesión de Fe los ARTÍCULOS DE FE de la Iglesia Anglicana y participaran de los sacramentos. En sus sermones didácticos Juan Wesley fijo los principales énfasis doctrinales que han permanecido desde entonces como características de las personas que se denominan metodistas en todo el mundo.
Las Sociedades estaban en “conexión” unas con otras por su vínculo común con Juan Wesley y su agrupación en un organismo denominado “Conferencia Anual”, reunión anual de todos los predicadores “itinerantes”, laicos dirigentes de las Sociedades dispuestos a ir a cualquier lugar al cual fuesen designados. Estos eran convocados por Juan Wesley a conferenciar” con él en sesiones formativas de carácter doctrinal, y a recibir instrucciones respecto a la dirección de las Sociedades, del rol de los “guías” de las clases en las cuales ellas estaban divididas, y las estrictas normas de conducta que se esperaba de los miembros.
No fue sino hasta 1784, en los Estados Unidos de Norteamérica, después que las colonias inglesas se constituyeron en nación independiente, que las Sociedades Metodistas allí establecidas se convirtieron en Iglesia, bajo el nombre de IGLESIA METODISTA EPISCOPAL.
Aunque sufrió algunas divisiones, el Metodismo norteamericano mostró una dinámica evangelizadora extraordinaria que produjo un gran crecimiento numérico y una expansión territorial que lo llevó a establecerse en todas las regiones del país. Antes de fines del siglo 19 los miembros de las distintas ramas del Metodismo en los Estados numeraban varios millones, manteniéndose el tronco original, la Iglesia Metodista Episcopal, como la mayor agrupación. Junto con su expansión misionera dentro de los Estados Unidos, la Iglesia Metodista Episcopal desarrolló un vigoroso programa misionero que la estableció en todos los continentes. Estas nuevas Iglesias también se regían por la Disciplina y al organizarse iglesias agrupadas en determinadas regiones en Conferencias Anuales estas pasaban a tener los mismos derechos que las de los Estados Unidos, incluyendo representación en la Conferencia General con derecho a voz y voto. La Iglesia Metodista Episcopal se transformó así en una Iglesia verdaderamente internacional. La Disciplina era el documento que contenía las reglas por las cuales se regía dicha Iglesia en los Estados Unidos y en todos los lugares del mundo donde se había establecido.
EI Metodismo de Inglaterra también tuvo un crecimiento extraordinario en el siglo 19, pasando a ser la más numerosa de las “iglesias libres” de esa nación. Y tanto por migración de miembros como por vigorosa actividad misionera se estableció fuertemente en gran parte del resto del mundo, especialmente en las colonias que hoy forman parte de la Comunidad Británica de Naciones. Con los años, el Metodismo ha llegado a unos 90 países, con una feligresía de más de 90.000.000 de personas. Es una de las seis familias confesionales pertenecientes al Consejo Mundial de Iglesias, honrada por su importancia y su vocación ecuménica con el privilegio de tener siempre un representante en el Presidium del Consejo.