EDITORIAL
EL MUNDO ES MI PARROQUIA VIRTUAL
Pr. Miguel Ángel Ulloa
Creo que Juan Wesley nunca se imaginó que estaríamos hablando de la parroquia virtual en este tiempo. Pero, no es una cuestión extraña el pensarla, y en practicarla en un lenguaje wesleyano. Él fue muy tradicional al definir conceptualmente la iglesia, pero extremadamente revolucionario cuando pensó en cómo innovar en la práctica de ser iglesia. En el siglo XVIII, literalmente, eran ideas descabelladas, predicar fuera de los púlpitos, la celebración de las primeras conferencias, los grupos de discipulado pequeños, las escuelas dominicales, las nuevas miradas sobre el laicado y el liderazgo eclesiástico, la transmisión de las doctrinas a lomo de caballo y a través de la himnología, etc., nos hace pensar en un movimiento innovador y de vanguardia para su tiempo.
Salta la pregunta, a propósito de la contingencia: ¿Qué características debería tener la parroquia virtual? Creo que la tradición metodista nos entrega elementos más que suficientes para responder a esta pregunta, en nuestro contexto.
DISCIPLINA: Los metodistas fueron clasificados de esa forma porque eran “metódicos”. Quien se hacía parte del movimiento buscaba actuar ordenadamente en todo, en la práctica de los medios de gracia (lectura de la Biblia, oración y ayuno), en la administración del dinero y en el uso del tiempo. Ante esto, Wesley decía: sé diligente, nunca estés desocupado. No te ocupes en superficialidades. Jamás desperdicies tiempo.
PIEDAD: Los metodistas fueron clasificados como los “Sacramentalistas”, y esto se debió a que eran piadosos; tenían un método muy sistemático para orar, leer las escrituras, ayunar, practicar obras de misericordia, etc., esto hizo que algunos pensaran que eran un “grupo de entusiastas”, algo así como fanáticos en el lenguaje de este tiempo. Ante esto, Wesley decía: sé cómo un niño tomado de la mano de aquel que te ama.
MISERICORDIA: Los metodistas fueron clasificados como “los del camino”, esto se debe a que comenzaron a visitar los barrios pobres, las cárceles, las fábricas, etc., comprendieron que la misión estaba en las calles. Quizás el confinamiento nos impide salir a los caminos pero aun así hay diversas formas en que podemos ser misericordiosos, específicamente, con quienes están siendo afectados con más crudeza en estos momentos. Wesley decía: El evangelio de Cristo no conoce otra clase de religión sino una religión social; no otra santidad sino social. La fe que trabaja por el amor es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura de la perfección cristiana. Este mandamiento recibimos de Cristo, que quien ama a Dios, ame también a su hermano; y nosotros manifestamos nuestro amor haciendo bien a todos los hombres, especialmente a los de la familia de la fe.
HACER EL BIEN: Wesley estableció lo que se denominaron como las “Reglas Generales”, estas fueron las primeras normas disciplinarias del movimiento, resulta interesante que, no eran cuestiones doctrinarias sino más bien prácticas, ante esto, los énfasis prácticos están declarados en los compromisos de aquellos que eran parte de las sociedades, clases y bandas, lo que podemos definir como el primer momento. Wesley decía e instruía a los que se adherían al movimiento: Haz todo el bien que puedas, por todos los medios que puedas, de todas las maneras que puedas, en todos los sitios que puedas, a todas las horas que puedas, a toda la gente que puedas durante todo el tiempo que puedas.
En las Obras de Wesley, se narra un relato sobre las reflexiones que él hace sobre el terremoto que afectó a Lisboa, en dicho texto, entre varias cuestiones, existen tres preocupaciones: 1. El hecho de que, en el mundo existe males y enfermedades que hacen daño: Por el contrario, la codicia, la ambición, las diversas injusticias, el lujo, y la falsedad de todo tipo, han infectado todo rango y clase de gente, sin exceptuar a los mismos clérigos. 2. El acto de aprender a vivir “cristianamente”: He aprendido a estar contento en cualquier situación en que me encuentre; y no sólo eso, sino dar gracias por ella, estando claramente persuadido que es mejor que cualquier otra cosa, y 3. Mirar con otros ojos: a modo de oración declara: ¡Que [Dios] te conceda ver lo que es invisible, y gustar de los poderes del mundo por venir! ¡Que pueda llenarte de toda paz y gozo al tener fe, que puedas ser feliz en vida, en muerte y en la eternidad!
A doscientos ochenta y dos años de la experiencia de Aldersgate, así como el Espíritu tocó el corazón de Juan Wesley, que todos y todas vivamos una experiencia del corazón ardiente, de un amor apasionado por Dios y por el prójimo, como lo entendieron los primeros metodistas. Es así como cada metodista debería entender que El mundo es mi parroquia, porque otro mundo es posible. Ante esta historia, nuestra identidad no se forja en el pasado, sino en la realización de tareas presentes, y el compromiso con un proyecto de más de tres siglos de historia.